Todos sabemos que para un entrenador (sea hombre o mujer), los resultados son lo más importante en el deporte de élite. Estamos cansados de ver cómo entrenadores que llevaban una sólida trayectoria en sus respectivos equipos, acaban despedidos después de unos pocos malos resultados. Y es que en esta profesión se tiene un riesgo muy alto de ser destituido. El entrenador es el primero en ser señalado y el primero en ser destituido, ya que este cambio permite modificar partes importantes (del juego, tácticas, motivaciones, físicas, psicológicas), sin cambiar a los jugadores/as.
Sin embargo, los entrenadores y entrenadoras en el deporte formativo, tienen unas motivaciones diferentes. Y los resultados no son para nada determinantes a la hora de decidir su futuro profesional. Su objetivo no está vinculado únicamente a los resultados. De hecho, los resultados pasan a un segundo plano, tomando como prioritarios otros aspectos más importantes. El objetivo de un entrenador siempre será sacar el máximo de cada jugador, pero los entrenadores de deporte de formación tienen otros objetivos igual o más importantes que el conseguir buenos resultados:
- Aprender los fundamentos básicos del juego.
- Mejorar las capacidades coordinativas generales en base a las habilidades y destrezas que el jugador ya posee.
- Utilizar aprendizajes basados en los juegos de cooperación y oposición.
- Iniciar las capacidades coordinativas específicas básicas del deporte.
- Fomentar valores como el compañerismo, respeto, confianza, higiene, empatía, paciencia, humildad, etc.
Para nosotros no es un juego, es nuestra vida y lo damos todo.
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